Actitud
*** COVID-19 información específica ***
La experiencia ha demostrado que durante una crisis de cualquier tipo se tienden a reforzar las creencias culturales de cada uno. Así pues, los estereotipos aparentemente inofensivos que minusvaloran a las personas con discapacidad y a las mayores pueden representar una barrera para acceder a la atención sanitaria y a las medidas de emergencia. Durante la crisis sanitaria del COVID-19 la creencia extendida de que se puede prescindir de algunas personas antes que de otras ha ocasionado retrasos en las medidas y fomentado comportamientos arriesgados hacia esas personas. Por lo tanto es crucial adoptar un doble enfoque en la etapa más temprana posible de la puesta en marcha de la respuesta en emergencias y que la comunicación y la información sea inclusiva respecto a la discapacidad.
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Hoy en día, en muchos países, todavía se dan a menudo actitudes negativas y con prejuicios hacia las personas con discapacidad. La percepción que tiene la gente sobre las aptitudes de las personas con discapacidad es muy estereotipada, sobre todo, hacia las personas con discapacidad psicosocial. Como resultado de esto se dan, por ejemplo, actitudes proteccionistas o prácticas discriminatorias, y también se contribuye al rechazo y a la invisibilidad de las personas con discapacidad durante las catástrofes y las emergencias. Se debe tratar a las personas con dignidad y exigir que todo el personal haga lo mismo. Mostrar una actitud respetuosa es la mejor manera de combatir actitudes negativas. Por ejemplo, ofrecer a las personas con discapacidad intelectual la posibilidad de elegir entre alternativas reales de la vida diaria puede combatir prejucios y crear cambios duraderos en el trato que reciben.
Por lo tanto, adoptar una actitud positiva y respetuosa es un deber para las personas que trabajen en ayuda humanitaria durante la intervención en emergencias y, por eso, debe seguirse un sencillo protocolo de comportamiento hacia la discapacidad:
- Las personas con discapacidad tienen distintas necesidades y distintas preferencias en cuanto a cómo deben ser atendidas. La mayoría de ellas viven de forma independiente y no necesitan ayuda, pero otras sí que la requieren. No dé por sentado que una persona necesita ayuda, pero debe estar disponible para ofrecérsela;
- Hable directamente con la persona que tiene la discapacidad y con su posible ayudante, o con su intérprete. No haga suposiciones respecto al nivel de discapacidad que tiene una persona, ni sobre sus necesidades o preferencias, basándose en alguna experiencia previa con otra persona con una discapacidad similar. ¡Cada persona es única!
- Agáchese al hablar con una persona que está en silla de ruedas, o es de baja estatura, para quedar a la altura de sus ojos;
- Identifíquese si quiere dirigirse a una persona con deficiencia visual o con ceguera, y si va a separarse de su lado, no se olvide de decírselo. Ofrezca orientación acerca de un espacio y describa la información impresa u otros elementos de comunicación no sonoros, como videos, imágenes o representaciones. No deje objetos en el suelo para evitar el riesgo de tropiezos;
- No dude en pedirles a las personas con dificultad en el habla que repitan lo que han dicho. Dichas personas suelen estar acostumbradas a que eso ocurra y agradecerán que se valoren sus aportaciones e ideas;
- Acérquese a las personas con deficiencia auditiva de frente, o, por un lado, para no sobresaltarlas. Pregúnteles cómo prefieren comunicarse, por ejemplo, con lenguaje de signos o lectura labial. Cuando se comunique con una persona con discapacidad auditiva, mantenga el contacto visual y hable con claridad. No sostenga nada frente a sus labios, intente asegurarse de que recibe la luz en el rostro y no gesticule de forma exagerada. Asegúrese de que hay iluminación suficiente para que la persona pueda leer bien los labios y ver los gestos y movimientos. Si interviene un intérprete de lenguaje de signos, deje tiempo para la interpretación. No olvide que en algunas culturas tocar o agitar la mano para llamar la atención puede considerarse ofensivo;
- Hable con claridad y emplee frases cortas cuando se dirija a una persona con dificultad de aprendizaje. No tema repetir o rehacer una frase para aportar más claridad, y proporcione materiales de lectura sencillos e imágenes claras. Hable en tono normal y no emplee una voz infantil o exagerada;
- Sobre todo, evite hacer comentarios personales o indiscretos, y no haga preguntas inapropiadas. Por ejemplo, no diga: ¿Qué le ha pasado? ¿Por qué no puede caminar bien? Recuerde no tocar o mover ningún elemento de ayuda a la movilidad, como sillas de ruedas, bastones blancos, o perros guía, a menos que se lo hayan pedido.
El modelo SOLER de comunicación no-verbal que se utiliza en salud mental puede servir de inspiración a la hora de colocarse al hablar con otra persona (ver fuente mas abajo).
Finalmente, si le preocupa cómo comportarse o qué lenguaje emplear, pregúntelo. Las personas con discapacidad apreciarán la sinceridad y el respeto genuino hacia su dignidad, sus preferencias y su individualidad.